Little Madi no es una chica cualquiera. Inspirada por la pareja Koralie y Supakitch, es una joven ilustradora que ha aprendiendo rápidamente. En sus obras predominan el blanco y el negro, los animales ocupan un lugar destacado y la porcelana es su material favorito. Actualmente exhibe en la tienda Element de París y nos ha confiado que aprovecha para disfrutar de la capital en invierno, así como algunos aspectos de su vida creativa.
Has viajado mucho y a lugares muy diferentes: ¿qué te ha aportado?
Una cierta libertad y perspectiva sobre mi trabajo y mi condición de artista. Me permite ordenar ideas, saber qué me apasiona y qué me gusta. Me ayuda a reflexionar y mirar a mi interior, descubrir otras técnicas, otras formas de creatividad. En Nueva York sentí la vorágine de la ciudad, la vida, el ritmo, las múltiples posibilidades, la libertad y esa sensación de poder conquistar todo lo que te propongas, pues… ¡es realmente increíble!
Bruselas tiene un lado loco, mucha libertad y, si tienes una página en blanco, puedes dar rienda suelta a tu imaginación. En Francia, me sentí rara. No encontré mi lugar. Pero en la jornada de puertas abiertas de La Cambre, en Bélgica, me sentí bien desde el primer momento. Dan a todos una oportunidad y te permiten buscar, equivocarte, encontrar tu estilo, expresarte…
¿Puedes decirnos más sobre La Cambre?
Es la Escuela Superior de Artes Visuales. Allí estudié pintura y serigrafía. Y además se pueden combinar especialidades, como tipografía, encuadernación… Tienen un enfoque muy artesanal: enseñan las bases del oficio.
¿Cómo vives tu condición de artista?
Pues muy bien [sonríe]. No es fácil, pero es mi pasión. A veces resulta agotador, porque lo eres las 24 horas del día. Quiero decir, que los artistas pensamos todo el tiempo, nos cuestionamos todo… ¡Pero es muy emocionante!
¿Cómo gestionas tu trabajo personal y los pedidos?
Trabajé para Volcom y Nikita, marcas que confían en el artista. Te buscan por tu estilo y respetan tu libertad creativa. Yo propongo cosas y siempre encontramos un terreno común, así que no me frustro. Esto me permite expresarme y que la creación refleje mi interior. Para mi trabajo en porcelana, la cosa cambia. Las colecciones son más regulares, trabajo de otra manera. Tengo plazos de entrega fijos. No es como el dibujo, donde tengo más libertad.
¿Cómo empezaste a dibujar en porcelana?
Estaba en París haciendo unas prácticas en un estudio de diseño. No me gustaba demasiado, pero aprendí mucho. Me di cuenta de que no quería dedicarme a eso, así que dibujaba al volver a casa. Una noche, me puse a dibujar en platos. A partir de entonces, quise saber cómo fijar la tinta y empecé a investigar sobre la porcelana de Limoges. Y me apasionó el tema: las propiedades de este material noble, su delicadeza y suavidad al tacto, el universo del menaje… Trabajo con tinta china y Rotring, y da muy buen resultado.
¡Ah, entonces trabajas con material francés!
Sí, un poco, bueno, bastante… y trato de seguir así, ¡no quiero perder el control!
¿Qué quieres decir con “perder el control”?
Pues ir a China para hacer 500 tazas, por ejemplo. Es algo que no me interesa. Me gusta dibujar en papel y reproducirlo luego sobre porcelana. Lo horneo y ¡listo! Así todo el proceso creativo me pertenece, de principio a fin.
Para la porcelana, hago dibujos específicos, colecciones. No es lo mismo un dibujo original que una taza de porcelana. Intento separar las técnicas, pues tengo un estilo algo distinto según los materiales con los que trabajo.
Y tus prácticas con Koralie y Supakitch… ¡Fue increíble! Conocía su obra, sobre todo la de Koralie. Hice las prácticas en Nueva York. Nada más llegar congeniamos muy bien sobre la manera de trabajar. Viví a su ritmo, muy estresante y emocionante. Están siempre con mil proyectos: frescos, ropa…Fue muy gratificante. Un antes y un después en mi formación. Entonces sentí que tenía que lanzarme. Desde entonces, no hemos dejado de colaborar, me animan y son una constante fuente de inspiración para mí. Tienen una energía increíble, les apasiona su oficio y disfrutan con todo lo que hacen, algo que transmiten en sus creaciones. Y cuando Guillaume [Supakitch] se pone a tatuar es excelente, porque se nota que de verdad le gusta, sus trazos son limpios, perfectos.
¿Tú también tatúas?
Estoy aprendiendo. Es difícil, pero tengo a mis conejillos de indias, amigos fieles… ¡que me prestan su piel!
Colaboraste también con Fafi y Koralie. ¿Hay solidaridad entre las mujeres ilustradoras?
Pues sí, bastante. El arte callejero femenino nació en Francia y Koralie es algo así como una hermana mayor conmigo, artísticamente hablando. Conocí a Fafi en Ámsterdam, en una pared para Grolsch, e inmediatamente me acogió bajo su ala. Me explicó cómo trabajan y cómo hay que enfrentarse a una pared. Koralie y Fafi se conocen desde hace 15 años y han colaborado a menudo.
Estás en las redes sociales: ¿es algo inevitable para un artista?
La verdad, no es lo que más me apasiona, pero bueno, no está mal, sobre todo Instagram, que es un buen recurso. La gente que te sigue comenta tu trabajo y puedes intercambiar opiniones. Está muy bien. Y es importante que la gente te encuentre rápidamente.
Por último, tienes una fijación particular con los animales…Simplemente me gusta dibujar las texturas de los pelos y las plumas [sonríe], son sensaciones de dibujos. Y con los Rotring descubrí que me gustaba mucho dibujar este tipo de cosas. Se trata de un trabajo muy fino y meticuloso, y pude trabajar bien contornos, cotas y detalles. Es algo recurrente… Actualmente dibujo leones y tigres.
https://vimeo.com/117510009
https://www.instagram.com/little__madi/?hl=fr