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Tanto mate como brillante, se utiliza desde hace miles de años para trazar contornos y dibujar sombras. Su uso artístico es en realidad ilimitado. Para muchas creaciones no requiere ningún otro color.
El primero es físico: se trata de la síntesis aditiva, referida a la luz. Según esta síntesis, el negro corresponde a la ausencia de luz, por tanto, a la ausencia de colores. De hecho, al no devolver la luz, el negro absorbe los colores.
El segundo es más pictórico: se trata de la síntesis sustractiva, que considera el negro como la concentración de todos los colores. Forma parte de los colores primarios y se forma con los otros 3 colores (azul, verde y rojo).
Por cuestiones de impureza, su fabricación perfecta se considera teóricamente imposible. Sin embargo, se obtiene de pigmentos negros naturales (de carbón o humo en la Prehistoria, luego de minas de plomo en el Renacimiento). El gran “maestro del negro” es el pintor francés Pierre Soulages, que ha logrado declinar este color en todas sus texturas e intensidades.